EL CONFINAMIENTO EN NIÑOS

A VUELTAS CON EL CONFINAMIENTO EN NIÑOS

Últimamente estamos recordando en la prensa diaria, que hace un año se paró el país y tuvimos que confinarnos en casa, por lo que cambió nuestra forma de vivir. Padres e hijos dispusieron de más tiempo para estar juntos, realizaron juegos y actividades juntos, estuvieron en clase juntos, aprendiendo los unos de los otros. 

Durante todo este período, nuestros hijos, los niños en general, nos han dado una lección de como soportar esta situación, debiendo llevar mascarilla a la hora de salir de casa, en el colegio, en el cuidado de nuestros mayores a los cuales no han podido ir a visitar, etc. 

¿Cómo les afecta a nuestros hijos esta situación?

La expresión del estrés, miedo y ansiedad en niños se manifiesta de manera diferente al adulto. Por ejemplo, puede aparecer en forma de rabietas, irritabilidad, más necesitado de presencia del adulto, conductas regresivas… los conflictos entre hermanos o padres e hijos pueden emerger con más facilidad. Hay que detectar estas conductas para acogerlas, darle un espacio y ayudar a metabolizarlas.

Durante estas semanas hemos sido testigo,  tanto los pediatras como las psicólogas que trabajamos en 3Ducktors, así como en la Sanidad Pública,  de las consecuencias de la pandemia,  con numerosos casos de niños y adolescentes que consultan por miedo, por ansiedad, por intensas y desproporcionadas rabietas y por trastornos del sueño.

Los niños – las familias- llevan un año siendo bombardeadas con la palabra MUERTE, Infectados, Hospitales, UCIS…  y  muchos números. Y esto afecta.  Los niños experimentan de una manera más viva el miedo a la muerte, el que se mueran los abuelos, que les pase algo a sus padres… Los datos preliminares de la investigación realizada en España e Italia por Orgilés et al., (2020) sobre los efectos en 1.143 niños y adolescentes de 3 a 18 muestran que el 87,7% de los padres han percibido cambios en el estado emocional en sus hijos durante el confinamiento. Los síntomas más frecuentes son: 

• Dificultades de concentración (76,6%). 

• Desinterés (52%). 

• Irritabilidad (39%). 

• Inquietud (38,8%). 

• Nerviosismo (38%). 

• Sentimientos de soledad (31,1%).

• Desasosiego (30,4%).

• Preocupación (30,1%)

A estos datos se han unido algunos de los que indica la encuesta del CIS sobre los efectos psicológicos de la pandemia. En concreto, en el apartado sobre la infancia, el 52,2 por ciento de los padres que han convivido con sus hijos menores ha percibido cambios en la forma de ser de estos. Además, el 72,7 por ciento de los que han notado alguna alteración asegura que estos han mostrado «cambios de humor» y un 30,4 por ciento «cambios en el sueño».

Los conflictos y las emociones desagradables forman parte de la vida. Ahora pueden aparecer con más facilidad, se hacen más evidentes. Pero al mismo tiempo, pueden ser una oportunidad de crecimiento personal y de desarrollo para aprender a gestionarlas. 

La ansiedad y el miedo pueden aparecer cuando recuperen la rutina y tengan que afrontar situaciones cotidianas que antes hacían sin problemas. El miedo a infectarse y afrontar situaciones sociales se puede poner en evidencia en niños con determinadas características de temperamento.

DE QUE NOS DEBEMOS PREOCUPAR

Los padres deben prestar atención a las señales de malestar psicológico en sus hijos.

Algunos niños tendrán de nuevo conductas propias de cuando eran más pequeños (querrán volver a dormir con los padres, mojarán la cama por las noches, tendrán rabietas, les  asustará la oscuridad, se apegarán más a sus padres, hablarán con un lenguaje más infantil…).

Otros mostrarán tristeza, ansiedad, irritabilidad, serán desobedientes, se pelearán continuamente con los hermanos, pedirán comida a todas horas o les costará dormir.

También pueden expresar este malestar psicológico a través del cuerpo y se quejarán de diferentes dolores (barriga, cabeza, etc.).

El miedo al contagio puede hacer que se obsesionen con la limpieza y aparezcan rituales de lavado reiterado de manos. Incluso pueden llegar a imponer estos rituales al resto de la familia.

Los cambios en los hábitos alimentarios y la disminución de ejercicio físico han hecho aumentar el peso de todos nosotros. Y eso puede tener diferentes consecuencias, entre ellas, las psicológicas. Niños acomplejados por su peso, que no quieren salir a la calle porque sienten malestar con su imagen corporal.

La parcela en la que más ha repercutido el confinamiento en casa ha sido la de las relaciones sociales. Niños con problemas previos de timidez, de habilidades sociales incluso de trastornos del espectro autista se han sentido muy cómodos al no tener que relacionarse con los demás. Pero esta “comodidad” mantenida durante todo este tiempo puede aumentar las dificultades de relación tras el desconfinamiento.

El consumo de tóxicos en adolescentes ha disminuido por el confinamiento y la mayor supervisión por parte de los padres. Con la desescalada y el volverse a encontrar con los amigos veremos qué ocurre.

Lo que sí ha aumentado es el tiempo dedicado a las pantallas (televisión, ordenador, tableta, móvil).  El contacto virtual ha sido una herramienta válida durante el confinamiento, aunque también ha aumentado el riesgo de ciberacoso y de adicción a las tecnologías.

¿Qué podemos hacer?

Ahora que en los próximos meses comenzará el  desconfinamiento, lo primero es aplicar el SENTIDO COMÚN. 

Pensar en todo lo que podemos hacer: Puede quedar con algún amigo a jugar al aire libre, pero no será conveniente celebrar su cumpleaños con 20 niños más. 

Podemos quedar a pasear con los amigos por la calle y sentarnos en una terraza, CADA UNO CON SU MASCARILLA. Esto es más seguro que quedar 15 personas a comer. Disfruta del aire libre, del sol, de los paseos por la playa o el campo con la familia 

Orgilés, M., Morales, A., Delvecchio, E., Mazzeschi, C., & Espada, J. P. (2020, April 21): Immediate psychological effects of the COVID-19 quarantine in youth from Italy and Spain. https://doi.org/10.31234/osf.io/5bpfz