NIÑOS QUE RECHAZAN AL PADRE

 Hay niños que rechazan a papá o mama en algún momento de su desarrollo, especialmente cuando si madre está presente. No es que no lo quieran, o que no sean capaces de pasar ratos estupendos con su padre, no quiere que se le acerque y se pega con desesperación a la mamá. El padre se siente apartado y puede reaccionar con despecho, considerando que el niño está demasiado apegado y que la madre lo sobreprotege.

Es una etapa más del desarrollo psicológico infantil. No debe ser vivida como un problema, aunque se conjuguen intensos sentimientos en la familia. Aunque no todos los niños pasan por ella hay que estar preparados, especialmente si el papel del padre en la crianza no ha sido de gran implicación. Esto no es personal, ni que el otro es mejor papá o mamá que tú, sino que es una reacción pasajera del bebé en el desarrollo de su cerebro, como causa de que sus sentimientos no pueden abarcar tanto.

Los factores que influyen al rechazo a papá suelen ser muchos, quizá una ligera falta de implicación del padre, que no lo vea mucho a lo largo del día, que la madre se haya incorporado al trabajo, lo que provoca que el niño cuando esté ella no se separe de la mamá al echarle en falta, que tenga poca autoestima… Para un niño pequeño su madre es lo principal y separarle de ella puede provocarle tensión, estrés, angustia, desencadenando muchas veces en rabietas.

Cuando cumplen los dos años, muchas veces sufren una regresión en su comportamiento, quieren alejarse, investigar, dicen que no a todo y se apretujan contra la madre a la vez que quiere explorar el mundo. En esta etapa hay que tener paciencia, el padre debe comenzar a interactuar con el niño poco a poco, ocupando parte de su tiempo, jugando con él para que el alejamiento de la madre sea algo progresivo y evitemos así el rechazo a papá. El niño debe sentirse seguro y ver a su padre como alguien en quien confiar, estando siempre ahí, sin enfadarse ni imponerse cuando sea rechazado, sino con paciencia, mostrándole su amor. Practicar actividades juntos ayudará a pasar esta etapa de transición y a acercarse más el padre y el hijo.

 

TOMA UN DESCANSO Y SAL DEL FOCO DE ATENCIÓN

Por lo general, el que está fuera de casa trabajando es a quien el bebé rechaza. Si esto es así, te aconsejamos que cuando papá o mamá lleguen del trabajo o durante los fines de semana, este sea el momento de ocupar un espacio activo y protagónico en el proceso de crianza, mientras la otra parte pueda salir del foco de atención.

Incluso puede ser un buen momento para recargar baterías, como un merecido descanso. Estas acciones le ayudan al niño a asimilar que papá y mamá tienen el mismo nivel de importancia en su crianza.

Nunca se debe de imitar lo que hace el otro padre. De hecho, si eres a quien el bebé rechaza, intenta hacer un momento especial, solo contigo y muy diferente al de tu compañero o compañera. La originalidad y novedad es lo que cuenta.

¿DEBEN LOS PADRES PEDIR PERDON A LOS HIJOS?

Clásicamente, nos han enseñado que los padres son infalibles, que no se equivocan y que si piden perdón a los hijos perderán toda credibilidad ante ellos.  ¿Es lo correcto? Personalmente consideramos que no, 

Nuestro planteamiento, como padres, es que nuestros hijos sean mejores que nosotros, que tengan la capacidad de ser responsables de sus actos y que no se avergüencen de sus sentimientos. Si omitimos nuestra parte de personas humanas que se equivocan, dejamos de ser sinceros con nuestros hijos y, por lo tanto, no es justo ni positivo.

Como seres humanos aprendemos de nuestros errores. La enseñanza que se obtiene de un error es mucho más valiosa y relevante que la que se desprende de los buenos momentos. Fallar nos enseña sobre nosotros y sobre el mundo, nos ayuda a clarificar quienes somos, lo que deseamos y lo que no. Nos muestra qué acciones nos llevan a la felicidad y cuáles a la frustración.

Tenemos que poder reír delante de nuestros hijos y tenemos que poder llorar también delante de ellos, porque así sabrán que es normal sentir alegría y que es normal sentir tristeza. ¿Acaso no queremos que nuestros hijos nos expliquen qué les aflige cuando tienen un problema? Pues tienen que sentir que es posible sentirse mal y que pueden mostrarse a los demás en ese estado y hablar de ello. Si nosotros lo escondemos, si ven que nunca sufrimos, pueden llegar a pensar que ellos están «rotos», que son débiles o flojos por llorar, y empezarán a luchar contra esos sentimientos para evitarlos o para esconderlos.

Los pequeños aprenden por imitación, ya bien lo sabes: si tú gritas ellos gritan, si tú sonríes ellos sonríen y su tú pides perdón, ellos lo harán cuando se hayan equivocado en algo. Pedir disculpas de corazón y con humildad es una enseñanza de vida, al igual que lo es la tolerancia a la frustración, la resiliencia o el respeto. Se trata de educarles en valores.

NIÑOS DE ALTA DEMANDA: ¿CÓMO SON Y CÓMO DEBEMOS TRATARLOS?

Si tu niño o niña es absorbente, perseverante e insistente. Si no sabe jugar solo y necesita a mamá o papá para entretenerse. Si pide constante aprobación y contacto. Si cuando te alejas manifiesta sentimientos de inseguridad o miedo. Si tiene conductas de hiperactividad, siempre con energía muy activa, muy intenso en lo que hace y resulta impredecible. Si tiene dificultad para calmarse solo, se alimenta (en el caso de bebés que maman mucho) o tiene despertares frecuentes y es complicado dormirle, puede que tu niño o niña sea alta demanda. 

Son críos muy intensos, movidos y sensibles, con una personalidad arrolladora que a menudo agota y desconcierta a los padres. No tienen ningún problema psicológico, ni tampoco son malos ni consentidos. Son personitas maravillosas, pero con una personalidad agotadora que suele complicar mucho su crianza. Los padres de niños muy demandantes suelen sentirse a menudo cansados, estresados y agobiados. Lo que les funciona un día ya no vale al siguiente

El término fue acuñado por el doctor William Sears, pediatra estadounidense, cuando tras el nacimiento de su cuarta hija se vio desbordado por un temperamento difícil y resistente a todo lo que había funcionado para la crianza de sus anteriores hijos.

CUÁLES SON LOS RASGOS DE LOS NIÑOS DE ALTA DEMANDA

TIENEN PROBLEMAS DE SUEÑO. No necesitan dormir demasiado, por eso les cuesta mucho conciliar el sueño, sobre todo si no está presente un adulto. Tardarán meses, incluso años, en hacerlo del tirón.

Poseen un TEMPERAMENTO MUY FUERTE. Quieren salirse con la suya a cualquier precio, lo que les lleva a tener grandes berrinches cuando se les niega lo que piden, tolerando muy mal la frustración. Por esto mismo Son OBSTINADOS, TESTARUDOS Y REPETITIVOS.

SON IMPREDECIBLES. Por este motivo, estrategias que los padres utilizan, al cabo de un tiempo pueden ser ineficaces, lo que aumenta el stress en la crianza. 

Tienen una gran DEPENDENCIA DEL ADULTO, lo que origina una intensa ansiedad por separación. Tienen una gran necesidad de contacto físico (que les cojan la mano, estar al pecho, abrazos…).

SON HIPERSENSIBLES. Experimentan las emociones con mucha intensidad. Son vulnerables, intuitivos y perspicaces. Les afecta cualquier minucia y no le gustan las malas caras o cualquier pequeña riña.

No saben calmarse solos. Suelen necesitar a un adulto para tranquilizarse porque «les cuesta contenerse y autorregularse».

SE ALIMENTAN CON FRECUENCIA, sobre todo durante la lactancia. No lo hacen por hambre, sino porque necesitan sentirse protegidos. TAMPOCO SABEN JUGAR SOLOS. Necesitan un adulto continuamente a su lado para entretenerse. Además, se aburren con facilidad.

SON MOVIDOS E INQUIETOS, con mucha energía y no hay nada que les agote.

SON INTELIGENTES, DESPIERTOS Y CURIOSOS. Son niños que no pierden detalle de lo que pasa a su alrededor, aprenden deprisa y preguntan mucho, desde las primeras etapas de su desarrollo.

SON ANSIOSOS Y PREOCUPADIZOS. El hecho de ser niños con gran  inteligencia y sensibilidad,  con una gran capacidad de análisis, les suele llevar a preocuparse y darle muchas vueltas a las cosas.

¿Y los padres que pueden hacer?

Pues primero asumirlo. Son niños a los que no les pasa nada y que sólo necesitan más atención y cariño. Si comenzamos por esto, os aseguro que el camino será más llevadero. Evitar el sentido de culpa que los padres pueden tener, pensando en que lo están haciendo mal. Se trata de un niño NORMAL con mayor dependencia de afecto y una gran inteligencia y sensibilidad. Muchas veces los estos niños son etiquetados por el entorno de malcriados, caprichosos, etc. Por lo que es importante conocer las características de estos niños, para saber por qué se comportan de esa manera y cuáles son sus necesidades.  Es muy importante aprender a delegar en la crianza, para no sentirnos culpables continuamente

No hay que satisfacer todas sus demandas. Por supuesto necesitan límites claros y bien definidos. Los límites tienen que existir siempre, independientemente de que nuestros hijos sean de alta demanda o no. Esto también da un marco de actuación para todos. 

No suelen funcionar las riñas o castigos. Es necesario, tener dosis extra de paciencia, y satisfacer sus necesidades emocionales. Si piden afecto, es porque lo necesitan. Si necesitan atención o mimos, hay que dárselos. Pero al mismo tiempo, poco a poco y con el tiempo, tenemos que ir favoreciendo su independencia y autonomía personal.

Se les ha de proporcionar un ambiente rico y estimulante que les permita explorar su gran energía y creatividad.

Buscar tiempo para vosotros mismos: lo vais a necesitar.

No comparar con el resto de niños. Aunque esta es una regla general para todos en este tipo de niños con mayor razón.

Muy importante tener rutinas establecidas de anticipación sobre lo que puede pasar. Además, debéis de tener la suficiente habilidad para cambiarlas cuando dejen de funcionar. 

Háblale de emociones desde muy bebé, con un lenguaje que entienda y que pueda utilizar para ir describiendo cómo se siente. Al ser niños y niñas que tienen una sensibilidad especial, necesitan tener un lenguaje rico para expresar sus estados.

Desde 3Ducktors os recomendamos este libro de la Psicóloga Ursula Perona: Hijos De Alta Demanda. Manual para padres (Padres y educadores).

AUTOLESIONES NO SUICIDAS

“CUTTING”  O AUTOLESIONES EN ADOLESCENTES: ¿NOS DEBEMOS DE PREOCUPAR?

El  pasado día 10 de septiembre se celebró el día mundial para la prevención del suicidio. Con motivo de la pandemia del COVID-SARS2 los trastornos mentales han aumentado en la población joven

La pandemia ha disparado los casos de autolesión no suicida y los profesionales cada vez atendemos a más personas con este tipo de conductas. 

Estudios publicados recientemente reportan que entre un 13 y un 45% de los adolescentes se han autolesionado al menos una vez en su vida. En Europa los datos indican casi un 28% de la población adolescente, pacientes no diagnosticados de un trastorno mental (Sintes, 2021). Concretamente en Cataluña se estima que un 11,4% de jóvenes se han autolesionado al menos alguna vez en su vida.

AUTOLESIÓN NO SUICIDA.  ¿QUÉ ES?

La principal característica es que la persona se inflige lesiones dolorosas y superficiales en la superficie del propio cuerpo de manera repetida. Este tipo de conductas no pretenden ser un intento de suicidio, pero si es una forma dañina de enfrentar el dolor emocional, la ira y la frustración. Los objetivos habitualmente suelen ser: una búsqueda de reducción de las emociones negativas como, por ejemplo, ansiedad, tensión, autorreproche, un autocastigo merecido. Las personas suelen informar de sensaciones de alivio inmediato mientras realizan la conducta. 

Los utensilios más usados son: cuchillas, agujas, cuchillo u otros objetos afilados y las zonas más comunes de lesión suelen ser: región frontal de los mulos y la cara dorsal del antebrazo. 

Lo más habitual es que aparezca en la adolescencia temprana pudiendo continuar durante muchos años. 

Generalmente autolesionarse no es un intento de suicidio, pero puede aumentar el riesgo de que esto suceda por los problemas emocionales que desencadena y el patrón de dañar el cuerpo en momentos de angustia, aumenta la probabilidad de suicidio.

¿POR QUÉ SE AUTOLESIONAN LAS PERSONAS?

A menudo estas conductas dan comienzo porque se aprenden por recomendación y/o por observación de otra persona

Desde la psicología se aportan dos teorías para explicar el funcionamiento de la conducta.

Teoría del aprendizaje: la conducta se mantiene por refuerzo positivo y negativo

El refuerzo positivo se obtiene al castigarse a uno mismo sintiendo que se lo merece, por lo que este comportamiento produce un estado placentero y relajado, porque pueda generar la atención o ayuda de la pareja o también podría constituir una forma de expresar enfado. 

El refuerzo negativo se obtendría como resultado de la regulación del afecto y de la reducción de las emociones desagradables o al evitar pensamientos angustiantes.

La segunda teoría propone que la autolesión es una forma de autocastigo en la que se ejecutan actos auto punitivos para compensar los actos que provocaron sufrimiento o daño a otras personas. 

El DSM-5 incluye la autolesión no suicida en su sección III, en el capítulo de “afecciones que necesitan más estudio” 

CRITERIOS PROPUESTOS PARA EL DIAGNÓSTICO DE LA AUTOLESIÓN NO SUICIDA

  • En al menos 5 días del último año, el individuo se ha infligido intencionadamente a sí lesiones en la superficie de su cuerpo, de un tipo que probablemente induzca sangrado, contusión o dolor (por ejemplo, cortar, quemar, golpear, frotar excesivamente), con la expectativa de que la lesión sólo conllevará daños físicos leves o moderados (es decir, que no hay ninguna intención suicida)
  • El individuo tiene un comportamiento autolesivo con una o más de las siguientes expectativas:
  • Obtener alivio de un sentimiento negativo o de un estado cognitivo
  • Resolver una dificultad interpersonal
  • Inducir estado de sentimientos positivos
  • La autolesión intencionada está asociada a al menos uno de los siguientes criterios:
  • Dificultades interpersonales o sentimientos o pensamientos negativos, tales como depresión, ansiedad, tensión, ira, sufrimiento o autocritica, que se produce en el período inmediatamente anterior al acto de autolesión
  • Con anterioridad al inicio del acto, aparece un período de preocupación por el comportamiento previsto que es difícil de controlar
  • Pensar en la autolesión que se produce con frecuencia, incluso cuando no se actúa
  • El comportamiento no está aceptado socialmente (por ejemplo, piercing corporal, tatuaje, parte de un ritual religioso o cultural) y no se restringe a rascarse una costra o a morderse las uñas.
  • Este comportamiento o sus consecuencias provocan un malestar o interferencias clínicamente significativas en funciones interpersonales, académicas u otras funciones importantes
  • El comportamiento no se produce exclusivamente en episodios psicóticos, delirio, intoxicación de sustancias o abstinencia de estas. En individuos con un trastorno del neurodesarrollo, la conducta no forma parte de un patrón de estereotipias repetitivas. El comportamiento no se explica mejor por otro trastorno mental o condición médica (por ejemplo, trastorno psicótico, trastorno del espectro autista, discapacidad intelectual, síndrome de Lesch-Nyhan, tricotilomanía [trastorno de arrancarse el pelo], excoriación [trastorno de dañarse la piel]

¿Y EN LAS REDES SOCIALES?: AUTOLESIÓN ONLINE

Otros autores mencionan las autolesiones online, estas consisten en el uso de las tecnologías con el objetivo de colgar, enviar o compartir contenidos que incluyen autolesiones físicas o que resultan dañinos o humillantes para uno mismo

Guadix y col. (2020), realizaron un estudio con el objetivo de analizar datos de prevalencia de diferentes formas de autolesiones online entre adolescentes y el análisis de las motivaciones para implicarse en autolesiones online. 

Los resultados mostraron que el 18.64% de los 794 adolescentes encuestados, contestó afirmativamente a haberse autolesionado online de alguna manera. Los resultados sobre las motivaciones fueron:

1) Expresión de malestar 2) desahogo o alivio 3) búsqueda de atención o compresión 4) ver la reacción de otros 5) como una broma o porque consideran que es gracioso 6) porque otros lo hacen o es “una moda” 

REFLEXIÓN

Es importante poder contar con protocolos de prevención, detección y evaluación, en especial en la población adolescente en el ámbito escolar, así como contar con dispositivos específicos para el abordaje de esta problemática, con el objetivo de prevenir su aumento y los posibles problemas asociados a su manifestación.

Por lo tanto, creemos que es esencial centrar las intervenciones y el trabajo en el aprendizaje de estrategias de regulación emocional adecuadas y cuando el problema ha aparecido, las intervenciones deben enmarcarse en el tratamiento de otras posibles problemáticas relacionadas, como podrían ser la depresión y la ansiedad. Además, se debería explorar su relación con posibles situaciones de acoso entre iguales, dificultades interpersonales o falta de apoyo social. 

BIBLIOGRAFÍA

Dra. Anna Sintes Estevez (2021), psicóloga clínica del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona. Las autolesiones son cada vez más frecuentes en adolescentes no necesariamente afectados de un trastorno mental severo.

American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and staticial manual of mental disorders (5th ed)

Guadix, M. G., Almendros, C., Mondragón, L. R., & Pérez, E. M. (2020). Autolesiones online entre adolescentes españoles:análisis de la prevalencia y de las motivaciones. Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes, 7(1), 9-15.

Cristina Soto
Psicóloga Sanitaria
3Ducktors

ME ESTOY HACIENDO MAYOR

ME ESTOY HACIENDO MAYOR

El otro día, mientras estaba pensando que escribir, oía la canción de Joan Manuel Serrat “Esos locos bajitos”, en la cual hay una estrofa que dice “… Eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca…”. Y me dio la idea. Hoy hablaremos de lo que nosotros estamos creando.

Durante la infancia, los niños reciben muchos mandatos, demasiados mandatos y órdenes que son incuestionables por provenir de las figuras parentales fundamentalmente, y los incorporan como propios: “Haz esto», «Eso no se hace», «No deberías», «Debes», (Que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca, como canta Serrat).

Fuimos muchos los que crecimos acunados por esa nana y ahora la repetimos aunque nuestras ansias de ser los mejores padres nos estén llevando a reinterpretarla. Al margen de que queramos ser guay y explicarles a nuestros niños, en plan superpedagógico, el motivo por el que eso no se hace, eso no se dice y eso no se toca… Al margen de que algunos te aconsejen hacerlo de una forma diferente o bien como toda la vida… Lo cierto es que hay cosas que no se hacen, cosas que no se dicen y cosas que no se tocan. A partir de ahí, apáñatelas como puedas. Son las reglas.

Como padres o cómo madres queremos lo mejor para ellos/as: que crezcan felices y que en un futuro puedan valerse por ellos mismos en las distintas situaciones que la vida les deparará. Pero sobre todo los padres queremos que nuestros hijos sean felices el día de mañana, cuando sean adultos y tengan su propia vida.

Me gusta observar las entradas y salidas del colegio. Pero no pensar mal, simplemente me gusta observar. Me llama la atención lo que han cambiado las cosas. Supongo, que es el avance de la ciencia, sociedad, etc. Pero por ejemplo, ahora los niños de 13 o 14 años van al colegio con las gafas de sol de plástico y  con actitud de «dueños» del recreo. Si tiene algún amigo mayor con coche para subirse y fliparse, mucho mejor.

Las chicas van, por su parte, pintadas con Titanlux, con varios km de escote (que no enseña tetas, porque aún no tienen) y algún que otro piercing blanco en el labio (posiblemente falso). Ahora llevan el móvil, el MP3 con el reggaetón, house, party o cualquier otro tipo de música que no sé diferenciar,  la cámara de fotos para hacerse sesiones de fotos mientras fuman/sacan la lengua/ponen morritos,

Ahora ya no se toma el cola-cao del LIDL o del Mercadona que no lo disolvía en la leche ni un tornado; ahora se toma el cola-cao marca Cola Cao.

Antes no te mandaban al psicopedagogo cuando incordiabas constantemente en casa (por no decir otra cosa)

Antes: David el Gnomo, Mazinger Z

Ahora: Mujeres y hombres y viceversa.

Si una niña de 13 años jugara hoy a las Barbies, la verían como mínimo rara. Antes algunos niños repetían curso; ahora el nivel educativo de la primaria en España está por debajo de varios países subdesarrollados de la Europa del este, como Armenia, Azerbaiyán y Georgia.

Ya no se juega en una Game Boy que te pedías para navidad y esperabas como un lelo para que te la trajera Papá Noel si sacabas buenas notas. Ahora se juega todo y a nada, a la Play 4, a la Wii, la NDS, la PSP, XBOX 360, y como no me la compres YA ¡TE ENTERAS!.

A partir de los 10-12 años es frecuente encontrar niños con un teléfono móvil. Hoy en día, la tecnología es un auténtico boom para el ser humano. Nos ha ido invadiendo poco a poco como una herramienta que satisface nuestras necesidades de conocimiento, inmediatez y relación. Vivimos en un mundo en el que la televisión, las consolas, los móviles y, sobre todo, los ordenadores son algo primordial. Son aparatos con los que la gente convive llegando a depender o incluso añorar.

Actualmente, puedes ir en un autobús y bajarte sin haber cruzado miradas, sin haber sentido que la gente notaba tu presencia, y es que en ese momento se encontraban inmersos en un mundo paralelo, el mundo internauta. Es una pena que los ciudadanos no miren los escaparates, el tráfico, las calles, la vida o a las personas a la cara, porque estén mirando una pantalla. Debemos plantearnos la definición de la palabra “presencia”, puesto que ya no podemos nombrarla refiriéndonos solo al aspecto físico, sino también a la presencia virtual. Esto muestra uno de los principales problemas que se encuentran integrados en la vida de los jóvenes. Por medio de las redes sociales, se conoce a gente, se mantienen las amistades lejanas, se chatea con amigos, te pones en contacto con quien quieras de forma inmediata… pero a la vez, se vulneran las relaciones entre las personas, puesto que estar presente solo virtualmente no te permite estrechar lazos o crear vínculos fuertes. Para esto es necesario tener vivencias y experiencias.

Las redes sociales son un tipo de canal en el que es más fácil decir lo que se piensa, hacen que la gente se abra mostrando sus sentimientos, por lo que a la vez es una oportunidad de conocer mejor a las personas, sobre todo a los tímidos. Pero a la vez, esto hace que no superen sus barreras y digan las cosas a la cara, arriesgándose, teniendo la oportunidad de ver los rostros de las personas tras recibir noticias buenas, malas o regulares. Si esto sigue así llegaremos a un punto en el que las relaciones cara a cara llegarán a ser incómodas.

Las TICS son útiles y me gustan y atraen, pero reconozco que están sustituyendo a muchas cosas como leer, jugar en la calle, socializarse (lo hacen solos). Con ellas en muchas ocasiones ya no tenemos que decir eso no se hace, puesto que no es necesario: se ha dejado de hacer…

En nuestra sociedad de hoy se equipara el tener más con estar mejor. Probablemente por evolución generacional, pretendemos que nuestros hijos tengan todo aquello que nosotros no hemos tenido. De hecho en ocasiones, se tienen pocos hijos para que los que nazcan puedan tener más cosas. O bien se lo damos para que no nos molesten tanto.  También se lo podemos dar para que no se sientan discriminados con el resto de niños. Pero no solo exigen cosas, sino que necesitan inmediatez y cuando ellos quieren. Si esto no es así, comienzan los problemas: mal comportamiento, rabietas, chantaje emocional, etc. Esto hace que les demos cosas antes de que estén preparados para ellas y que todo es fácil de conseguir.

Por todo esto es importante decir eso no se hace, eso no se dice, eso no se toca.

 

FRASES DE MI MADRE

Frases de mi Madre

Los que me conocen, sabe que tengo un hijo mayor, que ya vive de forma independiente, “sano” en todos los aspectos, gracias a Dios. Esta última afirmación me Hizo reflexionar en los consejos que yo le daba, en las frases que yo le decía y me di cuenta de que muchas de ellas eran heredadas: Eran impronta de mi madre y que se han ido trasmitiendo como una leyenda de padres a hijos, independientemente de la época en la que estamos. Por ejemplo:

Por si acaso hijo, por si acaso

Reconozco que actualmente mi vida está llena de por sí acasos. Gracias a la persistencia de esta frase en mi madre, siempre pienso en un Plan B. Coge una chaqueta por si acaso refresca, Coge el paraguas por si acaso llueve, Lleva el dinero siempre contigo, por si acaso te atracan, Vete siempre limpio (en alusión a los calzoncillos y calcetines) por si tienes un accidente.

Está visto que el mundo es un lugar terriblemente amenazador para nuestros hijos y a veces hacemos unos razonamientos que hasta yo me sorprendo hoy en día

Como tenga que ir yo

Esta frase, reconozco que  en mi caso era más de mi padre, que, de mi madre, a la cual, siempre conseguía torear un poco. Pero cuando la escuchaba… os podéis imaginar.

Se utiliza básicamente ante cualquier situación en la que los hermanos se pelean, bullicio, cuando no nos oía. Siempre va precedida de una serie de advertencias -generalmente no menos de 10- para finalizar con la susodicha frasecita. Bien utilizada, todavía funciona, porque genera un reflejo condicionado, en el que se ponen todos los sentidos alerta e impulsa a obedecer, en especial si va acompañado de armamento bélico, como puede ser la visión de una zapatilla. La situación típica es que los hermanos están haciendo un poco de ejercicio suave (boxeo, pressing catch, pellizquitos, etc.), y sin saber cómo, ni dónde aparecía una zapatilla voladora con suela de goma, que picaba un montón. Incluso en aquellos casos en los que conseguías escapar por el pasillo, la zapatilla giraba como un boomerang y siempre daba en el objetivo. Hoy en día, no entiendo como los equipos de béisbol, no contratan a madres como lanzadoras por los efectos que conseguían con la dichosa zapatilla

Vamos lo que viene a ser miedo.  En especial, cuando la zapatilla era sustituida por el ruido del chasquido del cinturón del padre (gracias a Dios hoy casi en desuso). Estoy seguro de que el 99% de las madres de hoy en día los utilizan en estos términos.

Si te tragas un chicle se te van a pegar las tripas

Recuerdo la primera vez que paso: qué miedo me dio. Ya estaba pensando que se me iban a obstruir los intestinos o peor todavía, que sí tenía una ventosidad iba a hacer un globo… Pero me ha pasado muchas veces, porque ante un ataque de risa, me lo tragaba. Luego además iba acompañado de otras frases típicas: Mira que te lo dije; Ya te avisé. Una variante de este, aún más terrorífico es aquella que dice: “. No te tragues el chicle, que se te queda en el apéndice y te tienen que operar…” De este consejo se derivan otros similares, dependiendo de qué es lo que te tragues: El hueso de la aceituna, un olivo, etc. El inconveniente de esto, es que con el tiempo te das cuenta de que no pasa nada, y la amenaza pierde su valor, por lo que después se aplica a otras cosas como no comer verdura, no me gustan las legumbres, etc. en las que no pasa nada.     

No andes descalzo

En torno a esta frase giran un sinfín de amenazas: enfriarte, coger una pulmonía, si sales del baño con el suelo mojado te vas a electrocutar… Luego, además, está otro de los más frecuentes que es su facilidad para producir pies planos. Este último generaba un sinfín de consultas de seguimiento para control de plantillas o de zapatos con refuerzo, o de ejercicios de fisioterapia para mejorar el aspecto de los pies.  Estos ejercicios consistían en recoger cosas con los dedos de los pies: canicas, bolis, pinturas, ropa… No mejoraban los pies planos, pero sí la habilidad para hacer cosas con los pies. Actualmente sigue vigente, pero en menor grado, ya que en la mayoría de las ocasiones se ha visto que es constitucional.

Esta además venía asociada con la frase: “Si hubieras sido hombre, por lo menos te hubieran declarado inútil al hacer la mili”.

Algo habrás hecho tú

Esta frase me hace reflexionar mucho, porque cuando veo la noticia de que un padre va y pega al profesor de su hijo, aparte de que retrata al padre, en mi fuero interno me suena a ciencia ficción. ¿Por qué?, porque mis padres nunca, REPITO, NUNCA es decir NEVER, pusieron en juicio a cualquier maestro, tutor, cura, primo, familiar, etc. con el que tuve algún encontronazo. Normalmente cuando esto sucedía, los encontronazos los tenía con mi padre por lo sucedido en el colegio.

Ejemplos:

  • Me han castigado en el colegio… Algo habrás hecho tú
  • Me han roto las gafas … Algo habrás hecho tú
  • Es que mi hermana no me deja en paz… Algo habrás hecho tú
  • Me han castigado porque me he pegado con… Algo habrás hecho tú

En la adolescencia…

  • Pablo me ha dejado… Algo habrás hecho tú
  • Pero si se ha liado con… Algo habrás hecho tú

Consejo. No conviene castigar a un niño, cuando existe una duda razonable sobre quién ha hecho qué a quien. Los niños son bastante trasparentes y vuestras habilidades como padres pronto os harán descubrir la parte culpable de una disputa en vuestra ausencia. Si castigamos repetidamente a un niño por algo que no ha hecho, sabe que tiene todo el derecho del mundo a defenderse y empezará a mentir.

Te voy a lavar la boca con jabón

Esta es una frase aún vigente y está relacionada con el mal uso del lenguaje, en especial con palabras sucias, malsonantes o tacos. Y para los padres hay muchas palabras que son de este estilo. La verdad es que no conozco que las madres digan tacos, o por lo menos no soy consciente. El ejemplo más clarificador es ver conducir a una mujer (sin ánimo de ofender…): Insultan, pero a su manera:

  • Mira ese, mira cómo va. Van como loco, no entiendo cómo les dan el carnet, Si fuera presidente, ponía un límite de velocidad a todos de 60 y verás cómo se acaban os accidentes. Pero mira ese, mira cómo va, casi nos da Ca… Pensando que oirás el nombre del macho cabrío escuchas con pasión CAPULLO, más que CAPULLO (creo que es lo más fuerte que pueden decir ¡
  • ¿Y ese??? ¿Qué se piensa que estamos en el Paris Dakar?, si fuera policía me hinchaba a multas y arreglaba el país ¡Y encima me pita, será Ma…! Tú esperando un taco y de repente suelta MAJADERO ¡

Debe ser la voz de la conciencia que les dice que no se deben de decir tacos delante de los niños.

Si no te lo comes, pues para merendar y, sino para cenar

Frase muy popular hoy en día. Reconozco que he merendado y cenado lentejas e hígado más de una vez, porque no me gustaban nada y eran ricos en Hierro. Hace pocos años que he aprendido a comerlos, pero de hierro creo que voy bastante sobrado. Esta frase siempre viene precedida de un protocolo previo:

  • Fase de Inicio: Me obligaba a comerlo todo, cosa bastante difícil, pero a la que podía en un descuido la mitad del plato desaparecía misteriosamente y cómo me había comido una parte, me perdonaba el resto… Hasta que descubrió las manchas en el WC.
  • Fase de desarrollo: Se cansó de insistir, por lo que me quede sin comer muchas veces. La suerte es que solo aguantaba 2 días, en los cuales yo tenía que ingeniármelas para ir subsistiendo, llegando a ser un experto en ir a dormir con una manzana y un trozo de pan.
  • A la desesperada: Te lo vas a comer por mis muertos. Reconozco que esta fue la peor. Me sentía como un animal al que estaban cebando, ya que no descansaba hasta que se acabara el plato.  Además como el hígado y las lentejas tienen mucho hierro, eran platos imprescindibles para mi alimentación. Es en esta fase cuando se instaura el sí no te lo acabas todo para cenar y si no para desayunar. Reconozco que desayuné 2 días lentejas Conclusión: HE empezado a comer lentejas e Hígado hace menos de 10 años y tengo unos cuantos, no tengo falta de Hierro… y encima soy un adicto al Foie. ¿Habrá surtido efecto?

Los padres han de entender que el apetito es muy variable en los niños y siempre va asociado al crecimiento. Que es más importante educar en una alimentación variada y en unas normas claras sobre cómo comportarse y cómo alimentarse. Solo se deben de preocupar cuando van asociados a otros síntomas como fiebre, decaimiento, tristeza…

Estas son algunas de las que recuerdo y que detallo para que os hagan reflexionar. Porque en el fondo lo tenemos crudo. Dejad de pensar eso de “Yo no seré como mi madre” Seguro que todos habéis repetido alguna de estas, (y tengo bastantes más). No vayáis de chulitos que el tiempo os hará tragar vuestras palabras.

Además, la modernidad lo complica todo un poco más. Está el WhatsApp (ojo con los grupos de WhatsApp, Messenger, etc.,) por el que vuestras madres os habrán seguido dando consejo. A pesar de pasar los 40.

¿QUÉ ES UN LÍMITE?

Muchas familias acuden a nosotros preocupados debido a los malos comportamientos de sus hijos/as. Esta preocupación acostumbra a ir acompañada de muchas dudas sobre la difícil labor de educar a un/a niño/a: ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Es está la opción más adecuada? Si estoy convencida de la decisión, ¿por qué siento como si no fuera lo correcto? La paternidad y la maternidad pueden despertar muchos interrogantes a la hora de educar, especialmente cuando se trata de marcar límites. Todas estas dudas, además, pueden venir acompañadas de emociones como la tristeza, la inseguridad, la culpa, la preocupación y la frustración. Es habitual que muchos padres puedan incluso llegar a sentirse “malos padres”.

QUÉ ES UN LÍMITE

Se suele asociar el hecho de establecer límites con algo negativo que no contempla la opinión del/la niño/a. Sin embargo, este concepto no implica enfadarse, ignorar o faltar al respeto, sino que se acerca más a estructurar, regular y enseñar. Los niños y niñas cuando son pequeños no tienen la capacidad de autorregularse, y para poder ayudarles primero tenemos que hacerlo desde fuera. Educar implica: 

  • Decir “no” cuando las peticiones que hacen no pueden o no deben llevarse a cabo
  • Enseñar a esperar para conseguir lo que se quiere
  • Ver que los comportamientos tienen consecuencias y ser consecuentes con las decisiones que se toman.

Para todo ello no hace falta alzar la voz o amenazar constantemente. El mensaje se puede transmitir con serenidad, dando instrucciones claras y sin repetirse o recrearse demasiado. Es importante no lanzar amenazas absolutas o que nunca vayan a cumplirse, por lo que es recomendable tener pensadas previamente las consecuencias que tendrán los malos comportamientos. 

Ante la crianza podemos encontrarnos con situaciones complicadas que nos pueden jugar en contra. Imaginemos que estáis en el supermercado y vuestro/a hijo/a quiere una bolsa de patatas. Consideráis que no es adecuado y le decís que no. Ante la negativa, insiste y empieza una rabieta (llora, patalea, chilla…). Este momento os puede incomodar mucho, haceros sentir vergüenza, enfadaros cada vez más… y para que termine la rabieta le dais la bola de patatas, momento en el que para. Parece que todos habéis salido ganando, vosotros dejáis de sentir vergüenza, poder seguir comprando en el supermercado y él/ella tiene lo que quería. Pero el aprendizaje que hacen es: pataleta = conseguir lo que quiero. Si este hecho se repite lo suficiente, es muy probable que las rabietas aumenten y se conviertan en algo habitual. 

¿Cómo podemos poner límites? 

Es importante buscar el momento adecuado y la manera de formularlos, promoviendo una escucha activa por parte del menor. Los límites deben establecerse:

  • Con firmeza pero sin agresividad (evitar los gritos)
  • Sin amenazas ni insultos
  • Haciendo peticiones cortas, claras, específicas y de una en una
  • Teniendo en cuenta el contenido emocional.

Explicarles el porqué de los límites ayuda a la comprensión de estos, y facilitar un espacio de negociación puede contribuir a hacerles más partícipes. Seguidamente es necesario explicar las consecuencias de traspasar el límite y mantenerse firme, puesto que no hacerlo implica desautorizarse. 

Una de las labores fundamentales de los padres es educar para que el propio niño/a pueda autorregularse. Sin embargo, para que pueda hacerlo antes tiene que haber sido regulado desde fuera, y si no lo hacen los padres, ¿quién lo hará?. Establecer límites puede resultar una tarea fatigosa y ardua, pero a la larga es un esfuerzo que se agradece por parte de toda la familia. 

MAR RETAMERO I RIBÉ
PSICOLOGíA

EL CONFINAMIENTO EN NIÑOS

A VUELTAS CON EL CONFINAMIENTO EN NIÑOS

Últimamente estamos recordando en la prensa diaria, que hace un año se paró el país y tuvimos que confinarnos en casa, por lo que cambió nuestra forma de vivir. Padres e hijos dispusieron de más tiempo para estar juntos, realizaron juegos y actividades juntos, estuvieron en clase juntos, aprendiendo los unos de los otros. 

Durante todo este período, nuestros hijos, los niños en general, nos han dado una lección de como soportar esta situación, debiendo llevar mascarilla a la hora de salir de casa, en el colegio, en el cuidado de nuestros mayores a los cuales no han podido ir a visitar, etc. 

¿Cómo les afecta a nuestros hijos esta situación?

La expresión del estrés, miedo y ansiedad en niños se manifiesta de manera diferente al adulto. Por ejemplo, puede aparecer en forma de rabietas, irritabilidad, más necesitado de presencia del adulto, conductas regresivas… los conflictos entre hermanos o padres e hijos pueden emerger con más facilidad. Hay que detectar estas conductas para acogerlas, darle un espacio y ayudar a metabolizarlas.

Durante estas semanas hemos sido testigo,  tanto los pediatras como las psicólogas que trabajamos en 3Ducktors, así como en la Sanidad Pública,  de las consecuencias de la pandemia,  con numerosos casos de niños y adolescentes que consultan por miedo, por ansiedad, por intensas y desproporcionadas rabietas y por trastornos del sueño.

Los niños – las familias- llevan un año siendo bombardeadas con la palabra MUERTE, Infectados, Hospitales, UCIS…  y  muchos números. Y esto afecta.  Los niños experimentan de una manera más viva el miedo a la muerte, el que se mueran los abuelos, que les pase algo a sus padres… Los datos preliminares de la investigación realizada en España e Italia por Orgilés et al., (2020) sobre los efectos en 1.143 niños y adolescentes de 3 a 18 muestran que el 87,7% de los padres han percibido cambios en el estado emocional en sus hijos durante el confinamiento. Los síntomas más frecuentes son: 

• Dificultades de concentración (76,6%). 

• Desinterés (52%). 

• Irritabilidad (39%). 

• Inquietud (38,8%). 

• Nerviosismo (38%). 

• Sentimientos de soledad (31,1%).

• Desasosiego (30,4%).

• Preocupación (30,1%)

A estos datos se han unido algunos de los que indica la encuesta del CIS sobre los efectos psicológicos de la pandemia. En concreto, en el apartado sobre la infancia, el 52,2 por ciento de los padres que han convivido con sus hijos menores ha percibido cambios en la forma de ser de estos. Además, el 72,7 por ciento de los que han notado alguna alteración asegura que estos han mostrado «cambios de humor» y un 30,4 por ciento «cambios en el sueño».

Los conflictos y las emociones desagradables forman parte de la vida. Ahora pueden aparecer con más facilidad, se hacen más evidentes. Pero al mismo tiempo, pueden ser una oportunidad de crecimiento personal y de desarrollo para aprender a gestionarlas. 

La ansiedad y el miedo pueden aparecer cuando recuperen la rutina y tengan que afrontar situaciones cotidianas que antes hacían sin problemas. El miedo a infectarse y afrontar situaciones sociales se puede poner en evidencia en niños con determinadas características de temperamento.

DE QUE NOS DEBEMOS PREOCUPAR

Los padres deben prestar atención a las señales de malestar psicológico en sus hijos.

Algunos niños tendrán de nuevo conductas propias de cuando eran más pequeños (querrán volver a dormir con los padres, mojarán la cama por las noches, tendrán rabietas, les  asustará la oscuridad, se apegarán más a sus padres, hablarán con un lenguaje más infantil…).

Otros mostrarán tristeza, ansiedad, irritabilidad, serán desobedientes, se pelearán continuamente con los hermanos, pedirán comida a todas horas o les costará dormir.

También pueden expresar este malestar psicológico a través del cuerpo y se quejarán de diferentes dolores (barriga, cabeza, etc.).

El miedo al contagio puede hacer que se obsesionen con la limpieza y aparezcan rituales de lavado reiterado de manos. Incluso pueden llegar a imponer estos rituales al resto de la familia.

Los cambios en los hábitos alimentarios y la disminución de ejercicio físico han hecho aumentar el peso de todos nosotros. Y eso puede tener diferentes consecuencias, entre ellas, las psicológicas. Niños acomplejados por su peso, que no quieren salir a la calle porque sienten malestar con su imagen corporal.

La parcela en la que más ha repercutido el confinamiento en casa ha sido la de las relaciones sociales. Niños con problemas previos de timidez, de habilidades sociales incluso de trastornos del espectro autista se han sentido muy cómodos al no tener que relacionarse con los demás. Pero esta “comodidad” mantenida durante todo este tiempo puede aumentar las dificultades de relación tras el desconfinamiento.

El consumo de tóxicos en adolescentes ha disminuido por el confinamiento y la mayor supervisión por parte de los padres. Con la desescalada y el volverse a encontrar con los amigos veremos qué ocurre.

Lo que sí ha aumentado es el tiempo dedicado a las pantallas (televisión, ordenador, tableta, móvil).  El contacto virtual ha sido una herramienta válida durante el confinamiento, aunque también ha aumentado el riesgo de ciberacoso y de adicción a las tecnologías.

¿Qué podemos hacer?

Ahora que en los próximos meses comenzará el  desconfinamiento, lo primero es aplicar el SENTIDO COMÚN. 

Pensar en todo lo que podemos hacer: Puede quedar con algún amigo a jugar al aire libre, pero no será conveniente celebrar su cumpleaños con 20 niños más. 

Podemos quedar a pasear con los amigos por la calle y sentarnos en una terraza, CADA UNO CON SU MASCARILLA. Esto es más seguro que quedar 15 personas a comer. Disfruta del aire libre, del sol, de los paseos por la playa o el campo con la familia 

Orgilés, M., Morales, A., Delvecchio, E., Mazzeschi, C., & Espada, J. P. (2020, April 21): Immediate psychological effects of the COVID-19 quarantine in youth from Italy and Spain. https://doi.org/10.31234/osf.io/5bpfz

¿Cómo actuar ante las RABIETAS?

Es posible que esta situación te suene: Estas en un lugar concurrido, en la calle o a casa, con un hijo tuyo. Entonces, se produce un conflicto que desencadena una serie de llantos, gritos y quejas. Se puede llegar a echar en tierra y mostrarse fuera de sí, y podría serte imposible hacerlo entrar en razón. Estos comportamientos normalmente se producen durante las pataletas de los niños.

Las rabietas constituyen un motivo frecuente de consulta con el pediatra. A los padres les genera una fuerte sensación de “FRUSTRACIÓN EDUCATIVA”. Es un momento que deben de aprovechar como una OPORTUNIDAD en la mejora de hábitos y GESTIÓN DE EMOCIONES.

En algunos niños son esporádicas, mientras que en otros son muy frecuentes. Suelen aparecer en situaciones de hambre, cansancio, cuando están molestos o cuándo intentan conseguir algo y son incapaces de lograrlo. En el fondo es una manifestación de la FRUSTRACIÓN o de una EMOCIÓN. Esta capacidad de controlar la frustración y las emociones forma parte de nuestro proceso madurativo.

Cuando los niños tienen entre 1 y 4 años, pasan por una fase del desarrollo en que, mientras siguen descubriendo como funciona el mundo, empiezan a valorar sus preferencias y gustos, a adoptar decisiones propias, a expresar deseos y emociones, etc.

 

Portrait of a angry family sitting together and having an argument isolated over white background

¿CÓMO SE CONTROLAN?

Antes que nada, tienes que mostrar calma ante esta situación. Sabemos que parece muy sencillo decirlo y muy difícil hacerlo, y que constituye un ejercicio importante de autocontrol, pero los padres somos quienes lo tienen que hacer, para poder gestionar la pataleta de una manera adecuada.

Para llevar la situación como es debido, tenemos que mirar y recordar aquello que hemos dicho antes: cuando se produce una pataleta, nuestros niños no pueden regular las emociones de manera eficiente.

1. Aprende a anticiparte a las pataletas

A pesar de que no se tienen que evitar los detonantes frecuentes de las pataletas de tus niños, hace falta que prestes atención cuándo pienses que la situación podría degenerarse. Algunas veces, el cansancio es perjudicial y origina algunas pataletas que se podrían evitar si se tiene en cuenta esto.

2. Si dudas, el afecto es una apuesta segura

Si los pequeños responden con una rabieta ante una cosa, ellos son los primeros que no lo pasan bien. Es posible que no puedan entender una negativa, que no sean capaces de ver otra posibilidad o de explicar aquello que los pasa.

En caso de que se produzca esta situación, recuerda que sienten un tipo de desamparo y que si los das afecto se podrán sentir mejor. Ofrecerles afecto a través de la mirada, de abrazos, de proximidad, de contacto y del timbre de voz que uses. Es posible que así empieces a desbloquear esta pataleta. Es muy importante la COMUNICACIÓN NO VERBAL.

3. No te esperes que los niños actúen como los adultos

¿Te has olvidado que se trata de niños? Por este motivo, no puedes esperar que actúen con el acierto, la determinación y la lógica de los adultos. Algunas veces, de hecho, nos cuesta más a nosotros actuar como es debido que no en ellos.

4. Cuando se produce una pataleta, ni ceder ni ignorarlo

Es muy probable que alguna vez haya gente que te haya dicho «déjalo estar, ya se  cansará, no le hagas nada de caso», o que te propongan resolver el problema cediendo a los deseos de los niños. Pues bien: ninguno de las dos opciones ayudará a conseguir una mejora del comportamiento de tu pequeño.

Si no haces caso de su petición de atenciones, podría modificar la manera que tiene de expresar la frustración que siente, pero igualmente podría alimentar la sensación que tiene de no sentirse tan estimado como haría falta porque piensa que su malestar no te importa. Igualmente, no te aconsejamos que cedas a sus demandas y le concedas aquello que quiere sistemáticamente.  Solamente se debe de Ignorarle cuando está en medio de la pataleta y hasta que se calme, ya que en ese momento el diálogo no es posible.

Aquello que se tendría que hacer en cada situación, de manera ideal, es valorar las posibilidades antes de actuar y, anticipar aquello que implicará responder de una forma o de otra. Queremos recordar que no hay ninguna fórmula que sea mágica y que los procedimientos únicos normalmente tampoco funcionan.

5. Intenta ayudarle a expresarse

Muchas veces, cuando los niños hacen una pataleta, se produce por culpa de la mala comunicación entre los adultos y los niños, y a menudo este desacierto se produce a causa del vocabulario limitado que poseen los más pequeños, para mirar de hacerse entender.

Por si este hecho no fuera suficiente, hay que tener presente otra complicación para los pequeños: expresar las emociones que sienten a través de palabras. Si a menudo nos cuesta hacerlo a los adultos, para los niños puede resultar totalmente imposible. Este hecho puede acontecer clave para modificar la situación, es interesante que los intentemos ayudar a expresar aquello que nos quieren decir.

6. Colócate  a su altura y míralo directamente en los ojos

La mirada tiene el poder de intensificar la conexión que sienten dos individuos. A pesar de que este hecho no resulta un misterio, si miramos de tener en cuenta el papel que hace la diferencia de altura que tienen los adultos y los niños, posiblemente veremos que el hecho de estar ambos de pie no es la postura más indicada para intentar un acercamiento.

En caso de que estés en un lugar lleno de gente, te lo puedes llevar en un lugar un poco apartado para atenderlo con calma y hablar con más intimidad. Entonces, los dos podréis mirar de entenderos mejor y, si tienes dudas, piensa que el afecto siempre es una buena apuesta cuando las palabras no acaban de funcionar.

7. SOBRE TODO, NO TE ENFADES, MANTÉN LA CALMA Y MANTENER LA CALMA… aunque te mire la gente.

Sobre todo, recordad, que es una etapa, y que no quiere ceñir que sois malos padres. Simplemente es un problema de gestión de las emociones del niño, que en poco tiempo pasarán