¿CONOCES ALGÚN PEDIATRA QUE ESTÉ BIEN?

El otro día mi primo Juan, me comentó el caso de unos padres que le preguntaron si conocía algún pediatra que estuviera bien. Él, muy sabio, les contestó, con lo mismo que yo os pregunto a vosotros: ¿Pero tú que pediatra quieres? ¿Uno que te dore la píldora y te diga a todo que sí o uno que te diga las cosas como son, a pesar de que en ocasiones no te gusten?

La elección del pediatra es una de las primeras cuestiones que os generará pequeñas discusiones en casa (bueno… generalmente la madre decide según nuestra experiencia). Elegir pediatra es una de las decisiones a las que se enfrentan los padres primerizos. Está bien dejarse aconsejar, pero también es bueno tener en cuenta algunos criterios prácticos. Sin embargo, muchas veces es cuestión de empatía y eso solo se comprueba acudiendo a varias consultas. La forma de criar a un hijo debe ser propia para cada familia y no un modelo fijo, por lo que la elección del pediatra ha de calzar como un guante. Padres y pediatras desarrollan un vínculo casi familiar que se irá incrementando día a día y, en el que la confianza ha de ser uno de los elementos para sostener y fortalecer la relación.

La mayoría de la gente busca que esté bien formado, que sea accesible, que caiga bien a los niños (ya os avisamos que desde los 7 meses hasta los 4 años, al vernos más de la mitad lloran y mucho), que os pueda resolver las dudas aunque sea por vía telemática y, sobre todo, que os oriente cuando tenéis dudas. 

Si buscáis uno pediatra que os dore la píldora, lo siento, no somos así. Porque a nosotros nos gusta enseñaros otras materias, además de lo que dice la ciencia: la crianza, los límites, los valores, la empatía, las emociones… Y eso a veces os va a doler. Porque no os va a agradar que os digamos que lo mimas demasiado, o le sobre proteges, o le pongas límites. Porque esto también es parte del aprendizaje.

Decía Khalid Ghibran que Vuestros hijos no son vuestros hijos. Son los hijos y las hijas del anhelo de la Vida, ansiosa por perpetuarse. Y para eso tenéis que ir dejándoles volar poco a poco, aunque os dé miedo. Debéis de enseñar a gestionar las emociones: las vuestras y sobre todo la de vuestros hijos y en eso estaremos a vuestro lado. Y os puedo asegurar que aprendemos todos; nosotros también.

Esperamos ser vuestros pediatras. 

Gracias Gloria, Gracias Pere por esa foto tan chula

NIÑOS DE ALTA DEMANDA: ¿CÓMO SON Y CÓMO DEBEMOS TRATARLOS?

Si tu niño o niña es absorbente, perseverante e insistente. Si no sabe jugar solo y necesita a mamá o papá para entretenerse. Si pide constante aprobación y contacto. Si cuando te alejas manifiesta sentimientos de inseguridad o miedo. Si tiene conductas de hiperactividad, siempre con energía muy activa, muy intenso en lo que hace y resulta impredecible. Si tiene dificultad para calmarse solo, se alimenta (en el caso de bebés que maman mucho) o tiene despertares frecuentes y es complicado dormirle, puede que tu niño o niña sea alta demanda. 

Son críos muy intensos, movidos y sensibles, con una personalidad arrolladora que a menudo agota y desconcierta a los padres. No tienen ningún problema psicológico, ni tampoco son malos ni consentidos. Son personitas maravillosas, pero con una personalidad agotadora que suele complicar mucho su crianza. Los padres de niños muy demandantes suelen sentirse a menudo cansados, estresados y agobiados. Lo que les funciona un día ya no vale al siguiente

El término fue acuñado por el doctor William Sears, pediatra estadounidense, cuando tras el nacimiento de su cuarta hija se vio desbordado por un temperamento difícil y resistente a todo lo que había funcionado para la crianza de sus anteriores hijos.

CUÁLES SON LOS RASGOS DE LOS NIÑOS DE ALTA DEMANDA

TIENEN PROBLEMAS DE SUEÑO. No necesitan dormir demasiado, por eso les cuesta mucho conciliar el sueño, sobre todo si no está presente un adulto. Tardarán meses, incluso años, en hacerlo del tirón.

Poseen un TEMPERAMENTO MUY FUERTE. Quieren salirse con la suya a cualquier precio, lo que les lleva a tener grandes berrinches cuando se les niega lo que piden, tolerando muy mal la frustración. Por esto mismo Son OBSTINADOS, TESTARUDOS Y REPETITIVOS.

SON IMPREDECIBLES. Por este motivo, estrategias que los padres utilizan, al cabo de un tiempo pueden ser ineficaces, lo que aumenta el stress en la crianza. 

Tienen una gran DEPENDENCIA DEL ADULTO, lo que origina una intensa ansiedad por separación. Tienen una gran necesidad de contacto físico (que les cojan la mano, estar al pecho, abrazos…).

SON HIPERSENSIBLES. Experimentan las emociones con mucha intensidad. Son vulnerables, intuitivos y perspicaces. Les afecta cualquier minucia y no le gustan las malas caras o cualquier pequeña riña.

No saben calmarse solos. Suelen necesitar a un adulto para tranquilizarse porque «les cuesta contenerse y autorregularse».

SE ALIMENTAN CON FRECUENCIA, sobre todo durante la lactancia. No lo hacen por hambre, sino porque necesitan sentirse protegidos. TAMPOCO SABEN JUGAR SOLOS. Necesitan un adulto continuamente a su lado para entretenerse. Además, se aburren con facilidad.

SON MOVIDOS E INQUIETOS, con mucha energía y no hay nada que les agote.

SON INTELIGENTES, DESPIERTOS Y CURIOSOS. Son niños que no pierden detalle de lo que pasa a su alrededor, aprenden deprisa y preguntan mucho, desde las primeras etapas de su desarrollo.

SON ANSIOSOS Y PREOCUPADIZOS. El hecho de ser niños con gran  inteligencia y sensibilidad,  con una gran capacidad de análisis, les suele llevar a preocuparse y darle muchas vueltas a las cosas.

¿Y los padres que pueden hacer?

Pues primero asumirlo. Son niños a los que no les pasa nada y que sólo necesitan más atención y cariño. Si comenzamos por esto, os aseguro que el camino será más llevadero. Evitar el sentido de culpa que los padres pueden tener, pensando en que lo están haciendo mal. Se trata de un niño NORMAL con mayor dependencia de afecto y una gran inteligencia y sensibilidad. Muchas veces los estos niños son etiquetados por el entorno de malcriados, caprichosos, etc. Por lo que es importante conocer las características de estos niños, para saber por qué se comportan de esa manera y cuáles son sus necesidades.  Es muy importante aprender a delegar en la crianza, para no sentirnos culpables continuamente

No hay que satisfacer todas sus demandas. Por supuesto necesitan límites claros y bien definidos. Los límites tienen que existir siempre, independientemente de que nuestros hijos sean de alta demanda o no. Esto también da un marco de actuación para todos. 

No suelen funcionar las riñas o castigos. Es necesario, tener dosis extra de paciencia, y satisfacer sus necesidades emocionales. Si piden afecto, es porque lo necesitan. Si necesitan atención o mimos, hay que dárselos. Pero al mismo tiempo, poco a poco y con el tiempo, tenemos que ir favoreciendo su independencia y autonomía personal.

Se les ha de proporcionar un ambiente rico y estimulante que les permita explorar su gran energía y creatividad.

Buscar tiempo para vosotros mismos: lo vais a necesitar.

No comparar con el resto de niños. Aunque esta es una regla general para todos en este tipo de niños con mayor razón.

Muy importante tener rutinas establecidas de anticipación sobre lo que puede pasar. Además, debéis de tener la suficiente habilidad para cambiarlas cuando dejen de funcionar. 

Háblale de emociones desde muy bebé, con un lenguaje que entienda y que pueda utilizar para ir describiendo cómo se siente. Al ser niños y niñas que tienen una sensibilidad especial, necesitan tener un lenguaje rico para expresar sus estados.

Desde 3Ducktors os recomendamos este libro de la Psicóloga Ursula Perona: Hijos De Alta Demanda. Manual para padres (Padres y educadores).

SI VOMITA LA MEDICACIÓN ¿QUÉ HAGO?

“Doctor, a mi hija le he dado Paracetamol porque tenía fiebre y lo ha vomitado. ¿Se lo puedo volver a dar?” Esta consulta me acaba de llegar por mail y, es bastante frecuente en nuestra consulta, así que vamos a intentar darle respuesta. Desde el momento en que damos un medicamento a vuestro hijo, la […]

¿SE DEBEN DE TRATAR LAS SINEQUIAS VULVARES?

Es un fenómeno que sucede en las niñas – en los varones el equivalente serían las adherencias- que consiste en la fusión de un labio menor con el otro.

Las sinequias vulvares (o fusión de labios menores) se pueden ver en niñas pequeñas, y son muy frecuentes en el segundo año de vida (se estima que cerca del 3,3% de las niñas de entre 13 y 23 meses tienen sinequia).

No es un proceso patológico. Se produce tras pequeñas infecciones locales, rascado frecuentes o una higiene inadecuada, que originan una inflamación de la piel, la cual al repararse hace que los labios queden pegados. 

A veces se asocia con infecciones de orina de repetición o infecciones vaginales, pero generalmente no dan ningún problema y se trata de un hallazgo casual (los pediatras nos damos cuenta al examinar la zona, y no porque haya síntomas).

Si no produce ningún síntoma no es necesario tratar. Con el crecimiento y el aumento de la actividad de la niña los labios se irán separando naturalmente. Y con la pubertad y el aumento de las hormonas se acabará de completar el desarrollo de la mucosa y el problema se acabará.

Si hay infecciones de orina, dificultades para orinar o vulvovaginitis de repetición entonces sí se puede considerar la posibilidad de tratar la sinequia para disminuir los síntomas.

Si son muy persistentes o dan síntomas, se puede intentar separar los labios mecánicamente. Si se trata de una niña muy pequeña que colabora, con un poquito de anestesia tópica se separan los labios con un bastoncillo y se aplica luego una crema para que no se vuelva a cerrar. Pero requiere un poco de colaboración. Si necesitan tratamiento médico se utilizan crema de estrógenos o corticoides durante 1 o 2 meses, pero esto es excepcional, igual que llegar al tratamiento quirúrgico.