MI PEQUEÑO ADOLESCENTE

Aquí no vamos a hablar de adolescencia, sino de esa etapa que va de los 2 a los 5 años aproximadamente en que el niño deja de ser “bebe” y pasa a ser “niño”.

Durante este período de tiempo, el niño es consciente de que ha adquirido una serie de habilidades que son importantes para su desarrollo, no solo físico sino también cognitivo:

  • es capaz de desplazarse autónomamente sin dificultades importantes,
  • ha empezado a hablar,
  • come prácticamente de todo y solo,
  • empieza a dejar los pañales y el chupete,
  • sabe jugar solo…

Todas estas nuevas capacidades, que le permiten ser cada vez más autónomo e independiente, provocan también que surjan los primeros conflictos, y las primeras rabietas, ya que el niño parece volverse más rebelde al querer hacer las cosas él solo y del modo que él quiere.

Aparecen las batallas por querer hacer las cosas solo y rechaza nuestra asistencia para hacernos saber que él ya es mayor y que puede hacerlo sin necesidad de que ninguna persona mayor le ayude.

Esta es la fase del «yo solo» y el «mío, mío» y a cualquier pregunta responden «no». Expresiones como «¡esto no me gusta!», «tú no, ¡fuera!» o «¡yo sé hacerlo solo!» comienzan a hacerse un hueco importante en su vocabulario, y seguro que hay momentos en los que sientes que hagas lo que hagas, no terminas de acertar.

Es un momento evolutivo en el cual nuestros hijos nos van a llevar la contraria por sistema y que todo parece que les está mal. a la adolescencia siempre se ha caracterizado por ser una etapa de rebeldía, independencia y toma de decisiones; aspectos que en cierto modo encuentras reflejados en tu hijo de tres, cuatro o cinco años.

Sus ansias por saber pueden llevarle no solo a cuestionar las normas, sino a preguntarse qué es lo que ocurriría si las quebrantara, e incluso llegar a hacerlo.

Sí, pero a pesar de que esta va a ser una etapa compleja por la dificultad que tiene enfrentarse día a día a las rabietas de nuestro pequeño adolescente, se trata de un gran paso, un gran avance en su desarrollo, ya que está reivindicando su forma de ser y su individualidad. Nuestro hijo está creciendo y lo hace de un modo correcto.

A este ciclo de la vida de nuestro hijo de 2 años la llamamos pequeña adolescencia, precisamente por qué se parece mucho a la crisis que tienen los niños de 13/14 años cuando entran en plena adolescencia. Nuestros pequeños de apenas 24 meses nos montan un espectáculo de rabietas y berrinches para reivindicar sus gustos, preferencias o intereses.

El error que como padres vamos a cometer en esta etapa es considerar estos cambios como negativos, cuando son precisamente todo lo contrario: son absolutamente beneficiosos para construir su personalidad y aprender a relacionarse con los demás.

esta es su forma de reafirmar su personalidad y empezar a cortar su cordón umbilical.

¿CÓMO DEBEMOS ACTUAR LOS PADRES?

Lo primero es ser conscientes de que a pesar de que en ocasiones sea difícil, esto no significa que debamos permitir que el niño haga todo lo que quiera, saltándose las normas y los límites, pues un niño que crece sin ellos no es feliz.

Por lo tanto, debemos de poner LÍMITES CON amabilidad, enfocando esta tarea como una maravillosa forma de enseñarles a convivir con las personas que les rodean y poder actuar para ser respetuosos con los demás y consigo mismos. Cuando los niños no pueden razonar, los límites los debe de poner los adultos, pero a medida que este razonamiento aumenta, SE LES DEBE HACER PARTÍCIPES en su instauración.

Otra parte importante son las EMOCIONES. El hecho de que parezca que empieza a dominar el lenguaje no significa que ya sepa expresarnos en cada momento lo que siente, pues todavía carece de las habilidades necesarias para hablar de un tema tan complejo como el de las emociones. Por eso, desde el amor y la empatía debemos de intentar averiguar que ha originado su enfado, en vez de juzgar su comportamiento.

Pensar, que, en esta etapa de la vida de vuestro hijo, os sigue necesitando de la misma forma que siempre, aunque en ocasiones os rechace haciendo haga gala de una mayor independencia y autonomía.

Esta es su forma de reafirmar su personalidad y empezar a cortar su cordón umbilical.